martes, 20 de enero de 2009

EL TIEMPO SUFICIENTE

Leyendas, cuentos, historias, fábulas y gran cantidad de cosas se cuentan sobre, princesas, príncipes, brujas, sapos que se convierten en personas, etc.
Hoy les contaré una historia de una muchacha y un muchacho de una edad inmadura, que se conocieron hace mucho tiempo.
Describirla ¡qué difícil! Puesto que él la veía como algo superior a todo, alegre, simpática, tierna, unos ojos que brillaban, como luz. Compartían los mismos gustos, anécdotas. Había ocasiones que se veían a los ojos, y sin decir una palabra reían de la misma causa. Los llegaron a tachar de locos, pero ellos eran felices.

Un día sin pensarlo, pasó algo extraño, como por arte de magia cada uno se olvidó del otro. En un principio, los dos sentían que les faltaba algo pero no sabían que era. Pasaron los meses y ese vacío se convirtió en algo común, tanto así que cada uno hizo su vida por separados, pasaron momentos alegres, tristes…
Ella se convirtió en una mujer exitosa, emprendedora, madura, una madre espectacular. El siguió su camino, conoció distintos lugares, viajó por diferentes lugares, trabajó en mil y un cosas. Conoció varios lados del cubo de la vida.

Realizaron sus vidas como cualquier persona, misteriosamente un día, acudieron al mismo lugar, el la vio, siguió su camino mientras ella compraba alguna de esas cosas en las que se entretienen las mujeres.
Al voltear ella, vio al chico que caminaba como cualquier otra persona, no le dio importancia y siguió su actividad.

Transcurrieron un par de horas. Por azares del destino se encontraron caminando frente a frente a unos cuantos metros el uno del otro, las miradas chocaron, se acercaron más y más. Estuvieron a unos cuantos centímetros el uno del otro.
Se vieron por varios minutos, no decían palabras, miles de imágenes llegaban a sus cabezas por cada segundo que transcurría. Al mismo tiempo decidieron hablar y de una forma extraña, mágica, de cuento, los dos dijeron gracias por aparecer, te estaba esperando. ¡Qué bueno que no tardaste!
Rieron mientras se tomaban de la mano, pensando en que el tiempo fue el suficiente. Unos días antes o unos días después, pudieron echar a perder todo un momento.

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