miércoles, 10 de junio de 2009

el pintor

Ahí sentado, pintando en su estudio una de tantas pinturas que tiene, y después dejarlas arrumbadas en el desván de los sueños. Loco, triste y solitario se encuentra el pintor que jamás ha sido entendido por los que lo rodeaban. Juzgado de locos por todos, pero a él no le importaba, sólo pensaba en sus pinturas, óleo, acuarela, acrílico o carboncillo, siempre pintando y sus únicas compañías eran su vino y su cigarro que se consumía poco a poco mientras éste pintaba.

Eran pocas las veces que se acordaba de comer, cuando lo hacía, bajaba a la cocina preparaba algo rápido y daba de comer a sus loros que tenía en aquel patio rectangular e inmenso para él y sus dos loros. Patio antiguo, con pilares y paredes de cantera, donde caían pedazos de esta poco a poco.

Las personas que llegaron a entrar a la casa, dicen que por las noches se escuchaban ruidos extraños, el arrastrar de cadenas, el llorar de una mujer, que se veía una silueta, no sabían distinguir que era en realidad. Unos dicen que era una niña, otros una mujer llena de angustia y otros aseguran que en realidad era un monje.

Todos los que caminaban por afuera de la casa, preferían cruzar la calle con tal de no pasar por la puerta de la casa del pintor. Asegurando que en ésta se encontraba el mismo demonio, que se había apoderado del pintor y por eso jamás salía y cuando lo hacía era sólo para comprar víveres para pasar la semana o el mes, según fuera su hambre y si se acordaba de comer.

Curiosamente siempre pintaba corazones e imágenes obscuras, los que llegaron a ver sus obras quedaban asombrados por los efectos que le daban, parecía que te observaban y sus ojos penetraban en la persona que miraba el cuadro, hubo quien estuvo a punto de desmayarse y otros más sólo corrían pues las pinturas mostraban los demonios que tenían dentro. Sus miedos y la cantidad de pecados que estos llevaban dentro.

Una ocasión una mujer le pidió al pintor si la dejaba pasar la noche en su casa para admirar sus pinturas y ver si realmente pasaban las cosas que la gente decía.
El pintor aceptó dando el sí con la cabeza y abrió la puerta de madera vieja y que se consumía poco a poco por polillas.

Le pidió permiso para verlo pintar, el aceptó sin decir una sola palabra. La miró fijamente a los ojos, con una mirada tan penetrante que ella no pudo sostenerla y bajó la cabeza llena de miedo. Él le hizo la seña que lo siguiera al desván, le ofreció sirvió un trago de vino diciéndole – es lo único que hay para cenar- gracias repuso la mujer, se sentó el pintor a continuar con sus obras, pero antes le ofreció el suelo para que se sentara.

Sentó poniendo sus piernas en posición de loto mientras el pintaba poco a poco, cada trazo parecía cobrar vida, entre más pasaba el tiempo más cosas raras pasaban, ruidos, llantos y sollozos el jugar de una niña se podía escuchar a lo lejos, el aleteo de los loros podían escucharse en el desván a pesar de la distancia que había.

La mujer comenzó a temblar mientras sus ojos lloraban de temor, el volteó, la vio y soltó una sonrisa sarcástica.
No soportó más y salió corriendo llena de miedo, al llegar al patio comenzó a ver como paseaban por el patio las pinturas, la niña, el monje, la anciana que le caminaba una cucaracha por su cara, todas éstas pinturas llenas de terror de odio y tristeza, soltó un grito y cayó desvanecida, inerte, sin vida y con cara de miedo había quedado tirada en el suelo, para ser parte de una nueva pintura de la galería del desván.

martes, 10 de febrero de 2009

Una Visión Distinta

Hay tantas formas de ver las cosas, desde arriba, desde abajo, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de un ángulo, del otro, etc. Pero hay una forma que no cualquiera puede ver. A veces me pregunto: ¿será cualidad o desgracia? ver la vida de una forma en que no cualquiera puede ver las cosas como yo, con la imaginación, con el tacto, con los sentidos puestos al doscientos por ciento, sí, elevando los sentidos al máximo puesto que a falta de la vista, tengo que ver con los otros sentidos, como me ha enseñado la vida, he aprendido los colores a través de la combinación de los sentidos. El color rojo, lo creo por medio de una manzana, por el tamaño, la suavidad de su cáscara, el olor que tiene antes y después de darle una mordida, el jugo dulce que siente mi boca saciando la sed que ésta haya tenido. Mezclando todos estos factores mi mente crea el color rojo, o lo relaciono con la sangre que ha llegado a correr por mi cara por algún percance, cuando baja lentamente tocando mis labios da ese sabor peculiar, asociando el color con la sangre y con el dolor al mismo tiempo. De ahí saco los distintos tonos de rojos, el rojo suave y dulce como el de la manzana, o el rojo doloroso que viene de alguna herida sufrida. Otra forma que tengo de ver es asociando todo con sonidos, mi mente crea imágenes extrañas que describírselas sería imposible, es como si una persona me quisiera describir el color del aire o su forma. Para mí viento tiene una figura, el sol, el agua, el canto de un pájaro, influye mucho el sonido que haga el ave, pues su canto y su fuerza es lo que hace la figura en mi cabeza. El tocar un rostro me demuestra como es la persona, el escucharlo y notando los diferentes timbres y cambios en su voz, me describe realmente como es la persona, me ayuda a verla de otra forma, a analizarla a saber lo que piensa, sus intenciones y gran cantidad de cosas que las personas normales no distinguirían de ninguna manera.
Aprendes a ver el mundo desde otro enfoque, a ver la soledad, la tristeza, alegrías, sonrisas, carcajadas, etc. Todo tiene una figura, una textura, una forma. La mente crea escenarios, que para muchos pueden ser ficticios y para mí son reales, la vida me muestra otra verdad, la verdad de la mente, la de mis sentidos, hay tantas verdades en el mundo y no se llegan a dar cuenta, de las otras verdades, pues a veces el poder ver con los ojos, ofusca los otros sentidos, evitando dejarte ver las cosas como realmente son. De ahí aquel dicho de “todo depende del cristal con que se mire”

viernes, 30 de enero de 2009

CARBONCITO

¡Hijo, ven ayúdame a poner este carbón junto aquella pared!
-voy abuelita, enseguida lo hago.

Este niño, trabajaba con sus abuelos que se dedicaban a vender carbón y leña, por eso todos lo conocían como carboncito. Era igual que todos los niños del pueblo, sólo había una diferencia entre él y los demás. Que cuando todos los niños se levantaban, para ir a la escuela, el pequeño carboncito, llevaba más de una hora despierto, pues tenía que ir con su abuelo a cortar leña desde muy temprano, puesto que las personas llegaban a primera hora, a comprar leña y carbón.

Carboncito siempre vivió con sus abuelos, ya que el día que nació hubo una complicación en el parto y quedó huérfano, su padre, se fue cuando se dio cuenta que la mamá de carboncito estaba esperando. Los abuelos siempre se hicieron cargo de carboncito, lo amaban con todo su corazón, pero no podían hacer mucho por él, puesto que la abuela jamás se levantaba de la cama, por una rara enfermedad que tenía, sólo se paraba para ir al baño, ocultaba sus dolores, pero se notaba el rodar de las lágrimas en su rostro; el abuelo, era un viejo mayor, que caminaba lentamente para ir con el pequeño carboncito a cortar leña para poder juntar unas pequeñas monedas.

El pequeño carboncito nunca se quejó, él amaba a sus abuelos con todo su corazón, siempre estaba a servicio y disposición de ellos.
En las tardes después del trabajo, carboncito se ponía a jugar con todos los niños de la colonia, pero nunca faltaba el niño que lo insultara, o le hiciera algún comentario sobre sus padres para herirlo. Carboncito se quedaba callado y mejor se iba, su abuelo se llegó a dar cuenta y le dijo: -mira hijo, no les hagas caso, son unos tontos, un día se darán cuenta de realmente lo valioso que eres.

A la mañana siguiente, se levantó carboncito y sorprendido por que su abuelo aún no despertaba, fue a despertarlo, pero el abuelo no despertó jamás, había sufrido un infarto mientras dormía.

El buen carboncito, se hizo el fuerte, con ayuda de la gente del pueblo lo enterraron, carboncito no derramó una sola lágrima, aunque los ojos y el rostro mostraban todo el dolor del pequeño. Desde ese día carboncito, siguió haciendo lo que sabía, recolectar leña desde temprana hora. Sólo que ahora se despertaba una hora más temprano, para poder prepararle algo de almorzar a la abuela.

Era raro el día que salía a jugar a la pelota con los demás niños, pues decía que el era el hombre de la casa, y no tenía mucho tiempo para jugar, que el tenía que ver por su abuela, así como ella y el abuelo habían visto por él.

El pobre carboncito tenía una vida tan sola, pero el no se quejaba, a sus nueve años, se había convertido en todo un hombre. En el pueblo no faltaba, la persona que fuera a ofrecerle algún dinero para ayudarlo, carboncito lo aceptaba, pero en cuanto podía iba a casa de la persona, barría, limpiaba las ventanas o ayudaba en algo. Decía que el no recibía limosnas, que el aceptaba el dinero, pero lo pagaba como pudiera y a única forma que el sabía era partiéndose el lomo trabajando.

Fue creciendo el pequeño carboncito, a los pocos meses también murió su abuela y se encontraba solo frente al mundo. Jamás se dio por vencido, aprendió a leer, sumar, restar, unas cuantas multiplicaciones y divisiones. Un poco le había enseñado su abuelo y otro tanto entre la maestra del pueblo que cuando se lo encontraba, de daba una hora de clase.

Carboncito tenía un alma noble, muchos le hicieron ofrecimiento de adoptarlo pero él nunca aceptó, dijo que el sabía cuidarse solo y que sus abuelos le dejaron la mejor herencia, la honestidad y las ganas de luchar.
Al poco tiempo, carboncito salio al cerro por leña y no regresó, puesto que en esa madrugada que fue a cortar leña, por accidente O cosa del destino que lo predestinó a una vida de sufrir, fue mordido por una víbora de esas que les llaman hocico de puerco, y le arrebató en un instante, su vida. Unos dicen que ya se encuentra con sus abuelos y su madre. Otros simplemente lo recuerdan como aquel niño lleno de tizne en la cara, unas manos llenas de callos del arduo trabajar cortando leña

lunes, 26 de enero de 2009

PIENSA


PIENSA

Quiero pedirte un abrazo, que me digas lo que sientes, quiero pedirte que pienses bien tu respuesta, que analices el panorama, que veas lo que tu deseas, tus sueños, tu ser, tu todo.

Si tu respuesta fuera no, yo la acepto y agradecería tu honestidad, si me pidieras que me alejara, lo haría, aunque los dos sabríamos, que siempre estaré a tu lado. Que antes que cualquier cosa soy tu amigo, el que te dirá lo que piensa, el que estará cuando lo necesites y cuando no lo necesites también estará contigo, buscando algún pretexto para llamarte o verte.

Piensa, como te sientes, o qué necesitas, piensa en tus sueños y platícamelos, que trataré de ser un recolector de ellos y cumplirlos con el tiempo.

Piensa en aquel beso, de segundos pero que se quedó grabado para siempre.

Cuando estés segura de tu respuesta dímela, si es un no la acepto, pero si de tu boca sale un si, te lo agradeceré también por darme la oportunidad.

Trataré de hacerte la mujer más feliz del mundo sea cual sea tu respuesta, llegaré hasta donde tu me lo permitas, conoceré los miedos que te agobian, tus dudas, tus secretos, si tienes algo en la mente o en el corazón quiero conocerlos, ayudarte. Así como cuando me cuentas tus alegrías, quiero que me cuentes aquello que no deja salir tu corazón. Lo más importante que haya en ti, la cosa más insignificante quiero que me la digas. Piensa en ti, en tu felicidad, piensa en que puedes sonreír, piensa que cuando camines y te sientas sola, sólo con voltear atrás estaré cuidando tus espaldas, volteas a un lado estaré acompañando tu camino, volteas para enfrente estaré esperándote con los brazos abiertos, volteas para arriba estaré extendiendo mi brazo para ayudarte a salir de algo que te moleste, y si ves para abajo, me verás dibujando un camino junto contigo.

domingo, 25 de enero de 2009

Momentos pasan en mente
olvidados, no estuvieron
nadaban por mi cabeza
iniciando como un sueño,
kilómetros de cascadas
alegraban tu misterio.

parado frente a tu rostro
atraigo todo el recuerdo,
olvidaba tantas cosas,
lágrimas, que caen al suelo
alimentan el encuentro.

Pienso en todo lo que fueron,
oleos que fueron pintados
remarcando el sentimiento
rayas, formando figuras,
amaneceres saliendo
siluetas entre las nubes.


Whiskey, del vaso bebiendo
estando frente a tu rostro
suelto palabras que el tiempo
Tuvo guardadas por algo.

Pienso, que todo es un cuento
hojas pasando despacio,
armando todo el recuerdo
labrándolo nuevamente.

¡Gracias, le doy al encuentro!
Ruego no termine esto.
Aclaro los sentimientos
Canta mi boca, palabras
Imanes, son nuestros labios
Alegran los corazones
Sabiéndose que están juntos

jueves, 22 de enero de 2009

EL ACCIDENTE

¡Auxilio, ayuda! Gritaba una mujer desesperada, rápidamente se acercaron unos señores. -¿Qué pasa? Preguntaron –un auto volcó y está en el río atrapado hay unas niñas dentro de él. Rápidamente se comunicaron con las autoridades para pedir ayuda, fueron largas horas, de angustia, las niñas lloraban sin parar, el carro varias veces estuvo a punto de irse junto con la corriente, pero gracias a unas piedras que estaban en el río no pasó.

Estuvieron los bomberos, policías y gran cantidad de personas qué no eran requeridas, pero nunca faltan.

Con ayuda de cuerdas y todo el esfuerzo pudieron entrar al río para sacar a las niñas, el bombero regresa al carro y grita ¡hay otra persona en el carro! Las niñas gritaban y lloraban – ¡mi mamá, sáquenla! Los bomberos metieron en una ambulancia para revisar el estado de salud de las pequeñas. Fue cuando por fin pudieron sacar a la mujer del carro, pero por desgraciadamente la mujer había muerto, al sacarla se acercó un señor y dijo: -¡no puede ser! Su cara cambió de color a un tono pálido, sus piernas temblaron, se recarguen un árbol y dijo: -es la misma mujer que me pidió ayuda, para que sacáramos a las niñas del carro.

miércoles, 21 de enero de 2009

Un Lugar vacio

Hace ya un tiempo que mi vida había perdido la magia .. El sentido de una mañana , el olor del pasto cuando llueve, el calor del sol, la ilusión de una canción, el no dormir por esperar con ansias el día siguiente, el sentido de un poema, el valor de una palabra, la magia de una mirada, el mundo en un beso ...Por cuestiones de la vida o de el destino empecé a viajar mucho, no importaba que en que, avión, camión .. y tampoco importaba si los boletos estaban agotados, el asiento de a lado siempre iba vacío, no lo noté hasta después de más de diez viajes, así pasaron los años y eso no cambiaba , me daba risa y no le daba importancia hasta que un buen día subí al camión y en ese asiento 13 que siempre tomaba llegó alguien que me dijo : "Disculpe voy a acomodar mi maleta arriba" y dije : hoy se termino la suerte de viajar sola y sí ... así fue, ese día viaje de nuevo acompañada, pensé todo el camino en por que tanta coincidencia de viajar tanto tiempo sola .. Y ese día se terminó.Llegué , baje del camión y solo sentía ganas de pensar ... de caminar y entre tantos vagos recuerdos y sin ver el tiempo que llevaba caminando empecé a tararear una de esas viejas canciones que te hacen recordar y volver a vivir hasta que llegué a un párrafo que no recordé y volví a tratar de cantarla para ver si recordaba algo, cerré los ojos mientras la canción comenzó a volver a mi mente y en eso una voz conocida escuche que dijo a un lado mío ,: ·¿eres tú"? abrí los ojos y era aquel viejo amigo que lo primero que hizo fue darme la mano y decirme : "Aquí estoy," al tocar su mano la canción volvió a mí como si nunca la hubiera dejado de escuchar, las palabras tenían un sentido y las miradas eran como películas que dejaban en mi grabado todo aquello que algún día olvidé, no dijimos más, caminamos y de pronto comprendí que ese asiento de a lado nunca estuvo vacío, yo fui la que nunca vi quien estuvo sentado ahí ... y si ese día se ocupó el asiento era porque sabía que bajando del camión iba a tropezarme con quien siempre me acompaño ...

UN BESO

Este cuento comienza igual que muchos cuentos que la gente platica y seguirán platicando y escribiendo. Hace mucho tiempo había una muchacha muy hermosa, tierna, con una linda sonrisa y unos ojos que mostraban soledad, tristeza y la necesidad de algo…

Jamás lo dio a conocer y la gente no se daba cuenta. Un día, caminando por una calle donde se encontraban vendedores de todo tipo, se acercó un señor de aspecto sucio, viejo, un olor no muy agradable, una sonrisa que dejaba ver un color amarillo en los pocos dientes que te tenía. Se acercó a la mujer y le pidió una moneda para comprar algo de comer. Ella metió la mano al bolso, sacó un billete que tenía y se lo dio, diciendo: - es todo lo que tengo, espero le ayude en algo. Quedándose ella sin dinero para gastar. El viejo con un voz rasposa, agradeció diciéndole: - es usted tan linda, amable, lástima que no abra su corazón, no tenga miedo al amor. Pronto recibirás algo mágico. Se volteó y marchó arrastrando sus pies al caminar a un paso lento.
Ella siguió su rutina, sin hacer caso a lo que le dijo el viejo.
Sus días se volvieron monótonos, diario era lo mismo, terminaba cansada, y cada vez más era sonrisa fingida la que notaba.
Tenía mil pretendientes, pero a ninguno le hacía caso, no volteaba a ver a ninguno, puesto que decía que a ella no la lastimarían, que ella no sufriría por el amor. Tenía un miedo impresionante.
Saliendo de su casa, para hacer unos mandados, se topó de frente con un muchacho común y corriente, no era lo más hermoso del mundo, pero había algo que le llamaba la atención.
El la saludó con una sonrisa y ésta contestó con la misma, de ahí llegó un amable hola y el inicio de una plática, el muchacho poco a poco empezó a enamorarse de ella, pero tenía miedo de decírselo, un día armado de valor fue a buscarla, cuando la tuvo enfrente le dijo su sentir. Ella con lágrimas en los ojos le dijo: - No sé, tengo miedo, es mejor que te vayas y no me vuelvas a buscar. Él intentó hablarle pero ella volteó y se fue.
A los pocos días tocaron a la puerta y era el viejito que una vez le pidió ayuda. Hola señorita vengo a traerle el billete que me dio una vez. –déjeselo contestó, el viejo agradeció con la cabeza, y le dijo gracias, oiga niña está muy linda usted, tiene miedo a sufrir por el amor y no se da cuenta que estás sufriendo realmente al no querer dejarlo entrar, vaya y busque a ese hombre que la ama, regálese la oportunidad de volver a sonreír. Ella soltó el llanto y salió a buscar al hombre del cual estaba enamorada, lo encontró y lo besó sin decir nada, el correspondió el beso y ahí sintieron una magia, notaron el porqué eran tan especiales los besos de los cuentos, el porqué transformaban todo un mundo con el simple chocar de unos labios. Ahí conocieron su amor.

martes, 20 de enero de 2009

EL TIEMPO SUFICIENTE

Leyendas, cuentos, historias, fábulas y gran cantidad de cosas se cuentan sobre, princesas, príncipes, brujas, sapos que se convierten en personas, etc.
Hoy les contaré una historia de una muchacha y un muchacho de una edad inmadura, que se conocieron hace mucho tiempo.
Describirla ¡qué difícil! Puesto que él la veía como algo superior a todo, alegre, simpática, tierna, unos ojos que brillaban, como luz. Compartían los mismos gustos, anécdotas. Había ocasiones que se veían a los ojos, y sin decir una palabra reían de la misma causa. Los llegaron a tachar de locos, pero ellos eran felices.

Un día sin pensarlo, pasó algo extraño, como por arte de magia cada uno se olvidó del otro. En un principio, los dos sentían que les faltaba algo pero no sabían que era. Pasaron los meses y ese vacío se convirtió en algo común, tanto así que cada uno hizo su vida por separados, pasaron momentos alegres, tristes…
Ella se convirtió en una mujer exitosa, emprendedora, madura, una madre espectacular. El siguió su camino, conoció distintos lugares, viajó por diferentes lugares, trabajó en mil y un cosas. Conoció varios lados del cubo de la vida.

Realizaron sus vidas como cualquier persona, misteriosamente un día, acudieron al mismo lugar, el la vio, siguió su camino mientras ella compraba alguna de esas cosas en las que se entretienen las mujeres.
Al voltear ella, vio al chico que caminaba como cualquier otra persona, no le dio importancia y siguió su actividad.

Transcurrieron un par de horas. Por azares del destino se encontraron caminando frente a frente a unos cuantos metros el uno del otro, las miradas chocaron, se acercaron más y más. Estuvieron a unos cuantos centímetros el uno del otro.
Se vieron por varios minutos, no decían palabras, miles de imágenes llegaban a sus cabezas por cada segundo que transcurría. Al mismo tiempo decidieron hablar y de una forma extraña, mágica, de cuento, los dos dijeron gracias por aparecer, te estaba esperando. ¡Qué bueno que no tardaste!
Rieron mientras se tomaban de la mano, pensando en que el tiempo fue el suficiente. Unos días antes o unos días después, pudieron echar a perder todo un momento.